Adiós a los juegos de niños
Aquel bélico día
en que teníamos cinco años
nos divertíamos con el mundo
y sus montañas de turquesa
repletas de potros salvajes importados.
Nosotros al pie de esas montañas
jugábamos a las batallas
mientras las dinastías
construían castillos de barbarie.
Y vimos nubes de pólvora
embajadoras
de los cara de malos;
sus incoloros caballos
persiguieron a los nuestros
(potros salvajes importados)
y los ojos
se nos llenaron de escarcha:
perdieron el equilibrio...