Poesía

El rastro de perfume

Autor: 

 ¡Qué no ofrecería mi alma por (volver con las vírgenes) blancas y  risueñas, que al besar la columna y la piedra conmigo jugaban!

 Es el perfume quien te guía, al perderte tras de ellas.

 Nunca se cerró para mí la noche, pues como bajo el brillo de la luna llena me hace marchar su recuerdo

 Viajando junto a sus cabalgaduras, la noche se me hace (clara) como el sol al alba.

 Con amor cortejo una de ellas: ¡una belleza en el género humano sin par!

 (Tanto, que) al descubrir su rostro te muestra la grandeza de un sol naciente que en su brillo no cesa.

Paseo

Autor: 

Cuando era un niño

yo abrí mi propio cielo

y tejí mi propio parasol del sueño

yo fui la niña de los ojos de dos mujeres,

mi madre y la otra que nunca conocí.

Leía los periódicos

sin saber que sus noticias serían

algún día memorias

La historia de la abubilla y Salomón, mostrando que cuando acontece el destino, los ojos claros quedan sellados

Autor: 

Cuando se montó el pabellón de Salomón, las aves fueron a rendirle pleitesía. Se encontraron con que hablaba su lengua y los conocía; uno por uno, con el alma anhelante, pasaron ante él. Todos, habiendo dejado de gorjear, se pusieron a hablar con más claridad que tu propio hermano. Conversar con el propio idioma es un parentesco y una afinidad: el hombre que está con aquellos a los que no puede confiarse se encuentra encadenado. Muchos indios y turcos hablan el mismo idioma y muchos turcos son extraños entre sí. Por ello es muy distinta la lengua del entendimiento mutuo: es mejor tener el mismo corazón que el mismo idioma. Sin lenguaje ni signos surgen cien mil intérpretes en el corazón.

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