Poesía

Rogando al Señor que es nuestro Auxiliador, para que nos ayude a mantener el autocontrol en todas las circunstancias y explicando las dañinas y perniciosas consecuencias de la indisciplina

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Imploremos a Dios que nos ayude a controlarnos; quien carece de autocontrol esta privado de la gracia del Señor. El hombre indisciplinado no solo se maltrata a sí mismo, sino que incendia todo el mundo.

Bajaba del cielo una mesa de comida sin problemas y sin compraventa, y algunos del pueblo de Moisés clamaron irrespetuosamente: «¿Dónde están el ajo y las lentejas?»...

Tumbas de cristal

Perros invisibles ladran en los subterráneos, en las células, en las trincheras, en los vestíbulos y en los confines
Ladran desde la imaginación entera
Y en la noche cruzan las rejillas y atraviesan los sueños en silencio
Ladrido tras ladrido como relámpagos secos
Un ladrido detrás de las puertas macizas de abajo
Trampas en el pórtico...

El camino hacia el poema; algunas reflexiones

Ahondar en la vida de las palabras. Una vida de palabras. La prefieres al tres cuartos de esta humanidad que has visto arrastrada en sus insolentes y vigorosas paradojas. Estás corriendo, en el mismo metro cuadrado. Te empuja la voluntad póstuma hacia tu nuevo ser. El presente es un puente, un puente dislocado. Lo cruzas sin saber si aguantará hasta que termines de cruzar o si se desmoronará a medio camino. Y si se hunde, habría que nadar en el corazón del barro con una nariz semejante al silbido del viento, llegar a un aire más puro, encontrar en tu espera algunos ángeles. Sin textos ni revelaciones, rápidamente oficiáis la misa y os bautizáis cada uno como profeta: de este modo se invalidan las profecías, y se convierte lo que permite la lengua en diálogos proféticos. En lo múltiple. En lo total. En lo absoluto, lo absoluto, el gran absoluto...

PARTIMOS

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Partimos para distanciarnos del lugar que nos crió y para ver el otro lado de la aurora.
Viajamos buscando la fuente de nuestro nacimiento. Partimos para completar el alfabeto, para cargar nuestro adiós de promesas, para viajar tan lejos como el horizonte, anulando nuestro destino y esparciendo las páginas al viento, antes de permitir que huya, o tal vez no, nuestra historia en otros libros.

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